¡Actívate!

¡Actívate!

 

Activate contra la depresión.

Actívate contra la depresión.

Siempre se ha considerado un método muy efectivo para combatir la depresión y, en menor medida, el estrés y la ansiedad. Sin embargo, en los últimos años ha cobrado especial importancia gracias a la evidencia empírica que ha encontrado en muchos estudios. Los psicólogos lo llamamos activación conductual y consiste, con la falta de matices que implica un pequeño artículo divulgativo como este, en programar acciones agradables que la persona afectada lleva a cabo para empezar a sentirse mejor.
Esta técnica siempre se ha utilizado como complemento a otro tipo de terapias, pero hoy en día se ha desarrollado hasta tal punto que empieza a considerarse un tratamiento más y no solo una mera herramienta de apoyo. Desde la perspectiva de la activación conductual se evita considerar la depresión como fruto de alteraciones biológicas u otros factores internos. Más bien, se entiendo que los episodios depresivos surgen como el resultado de la interacción de la persona con el contexto. En concreto, se produce cuando el afectado vive en un ambiente que no le ofrece suficientes gratificaciones y, poco a poco, empieza a restringir sus intentos de conseguirlas. Es decir, la persona deja de realizar acciones que le causan satisfacción porque le resulta inútiles, amenazantes o, incluso, dolorosas. Así empieza el círculo vicioso de la depresión (según esta perspectiva).
La activación conductual tiene como objetivo retomar esas conductas “positivas”. En otras palabras: no hacer cosas agradables porque estoy contento, sino hacerlas para esta contento.
Pero no hace falta esperar a padecer un terrible trastorno de estado de ánimo para utilizar esta técnica. De hecho, nos puede servir en nuestro día a día. En esos momentos cuando, por ejemplo, nos encontramos un poco tristes, sería conveniente no restringir las actividades que nos resultan gratificantes… aunque no nos apetezca nada hacerlas. El hecho de quedarte en el sofá de casa puede que sea lo que más te apetezca y, con toda seguridad, te causará satisfacción el no levantarte. Sin embargo, esa satisfacción suele ser solo momentánea y, posiblemente, traiga después un malestar emocional que se sume al que ya estás sintiendo. Lo mejor será que busques actividades que te gusten y las lleves a cabo. No tienen por qué ser grandes cosas (evita hacer un viaje a las playas del Caribe cada vez que estés triste, tu economía te lo agradecerá), pueden ser pequeñas acciones que, por el ritmo frenético del día a día, hayas dejado en un cajón: leer una novela, ir al cine, quedar con algún amigo, etc.

 

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