Dilema.

Dilema.

 

Ansiedad ante los dilemas

Ansiedad ante los dilemas.

La ansiedad puede venir ocasionada por múltiples factores, igual que la depresión, el estrés u otras alteraciones emocionales.
Pero hay un motivo que, aunque no es el más habitual, se repite a menudo en nuestra consulta de psicología. Nos referimos a la toma de decisiones o, más bien, a la incapacidad para tomarlas.
Es normal que a lo largo del día nos enfrentemos a la necesidad de elegir entre dos o más opciones. A veces, no suelen tener grandes consecuencias pero otras son de una importancia máxima… o, al menos, eso creemos.
Existen tres tipos de conflicto de este tipo. El primero se llama “evitación-aproximación” y no es muy problemático. Ocurre cuando tenemos que elegir entre dos opciones, una de ellas nos gusta y la otra no. ¿Prefieres que te regalen un coche o que te corten un brazo? Fácil ¿no?
El segundo tipo se denomina “evitación-evitación”. Ocurre cuando tenemos que decantarnos entre una de dos posibilidades, pero no nos gusta ninguna de ellas. Aquí suelen aparecer más dudas pero normalmente la solución es fácil de encontrar si se busca objetivamente escapar del “mal mayor”.
El tercer tipo de conflicto es el más complicado y, en ocasiones, puede provocar problemáticas de ansiedad o depresión. Se llama “aproximación-aproximación” y ocurre cuando tenemos que elegir entre dos opciones que nos atraen. ¡Pero no sabemos cuál nos gusta! Porque ambas tienen cosas buenas, aunque en distintas direcciones.
Un ejemplo lo encontramos cuando queremos comprar un coche pero no sabemos por cuál de los dos modelos decantarnos. Esta es una situación mínimamente traumática, pero seguro que, con poco que pienses sobre ello, te podrás imaginar conflictos de este tercer tipo mucho más peligrosos para la salud emocional.
Te contamos esto porque creemos que es útil saber en cuál de los tres tipos nos encontramos para facilitar el proceso de toma de decisiones. A veces no es tan fácil distinguirlos porque el cerebro nos pone trampas y, cuando eso ocurre, dejamos de ver la realidad objetiva y nos perdemos en nuestra propia subjetividad. Así que podemos ver —erróneamante— que nos encontramos ante una dicotomía entre opciones que nos gustan, cuando en realidad ambas nos disgustan o que la posibilidad que queremos evitar a toda costa es la que más nos atrae verdaderamente. ¡Aunque no nos ofrezca nada! En fin, la ambigüedad clásica del ser humano.
Otra cosa que puede ayudarte en ese momento es pensar en las consecuencias a largo plazo. Las personas solemos atender a consecuencias que se producen a corto plazo y justificar nuestras decisiones en base a ellas. Pero nos olvidamos de lo que ocurrirá cuando pase el tiempo.
Los fumadores, por ejemplo, cuando deciden llevarse un cigarrillo a la boca, tienen su mente enfocada en la satisfacción que les producirá esa acción. Pero no piensan en que sus posibilidades de desarrollar un cáncer pasado el tiempo aumentan. Si fuere así se lo pensarían dos veces antes de hacerlo.
Cuando un proceso de toma de decisiones se empantana en nuestra mente, lo último en lo que solemos pensar es en qué pasará a largo plazo si tomo uno u otro camino. Es recomendable tener en cuenta un factor tan determinante para ayudarnos a elegir con garantías.
Por eso te proponemos que, si te encuentra en esta situación, utilices un cronómetro (sí, has leído bien) y dispongas un tiempo concreto para pensar en las consecuencias inmediatas para después gastar la misma cantidad de minutos en reflexionar sobre los resultados que tardarán más en llegar.
Si lo haces, encontrarás cosas curiosas (que una decisión que trae algo positivo inmediatamente, pasado el tiempo, solo es perjudicial o al contrario). Verás la situación de una manera distinta y te ayudarás a deshacer ese conflicto.
Permítenos acabar con un ejemplo cotidiano (y consejo clásico) del día a día. Imagina que sueles ir a hacer deporte varias veces a la semana y el día que te toca empiezan las dudas sobre si ir o quedarte en el sofá. Si en ese momento piensan en lo a gusto que te encontrarás si te quedas en tu casa, posiblemente desistirás. Pero si vas un poco más allá y guías tu atención a cómo te sentirás de mal horas después cuando te entren los remordimientos por no haber ido… la cosa cambia ¿no?

 

Psicox, tus psicólogos en Bilbao.

Dilema.

Etiquetado en: