El odio, una emoción tan común como nociva.¿Qué podemos hacer para contrarrestarla?

El odio, una emoción tan común como nociva.¿Qué podemos hacer para contrarrestarla?

 

La psicologia y el odio.

La psicología del odio.

Los psicólogos estamos muy familiarizados con el mundo emocional, ese que no se vislumbra en el primerísimo plano formal, pero está ahí. Sabemos que hay emociones como la alegría que están bien vistas y otras como la tristeza o la ansiedad, que por contra, tienen mala prensa. Una de esas emociones es el odio. Todos lo hemos sentido, ese fuego que parece que empieza en las entrañas y va subiendo hacia las sienes, ese ansia en apariencia irrefenable de hacer daño al objeto de nuestro odio. Expresiones como «Me hierve la sangre», «Me llevan los demonios» definen la sensación. Aumenta la temperatura corporal, la tensión muscular, puedes apretar la mandíbula hasta que te crujan los dientes sin apenas darte cuenta…

Cuando odiamos a alguien es como si estuviéramos dentro de una película y nosotros fuéramos el protagonista «bueno». El objeto de nuestro odio sería claramente «el malo», ese ser vil y mezquino que solo busca hacernos la vida imposible, recurriendo para ello a sucias estratagemas. Puede ser un compañero de clase, el jefe/jefa del trabajo, compañeros o compañeras del mismo, un cuñado, la suegra, un vecino envidioso…o por qué no, todos ellos, que como en un complot se han puesto de acuerdo para convertir nuestra vida en una pesadilla. Y en las películas queremos que el malo se lleve su merecido, que acabe en una situación desastrosa, porque lo merece. Pero esto es la vida real, así que eso muchas veces no ocurre. El peligro en ver a otros como enemigos nos lleva a estar hipervigilantes y dedicarles más tiempo y «espacio mental» del que merecen, además de a etiquetarlos de esa manera y no ver otra explicación plausible a las conductas que tienen. Como los celos o la envidia , el odio es una emoción que desgasta, no te aporta nada bueno más una rabia creciente y se trata de una rabia a la que no puedes dar la salida que quieres, porque no sería agradable e incluso podría ser punible. Generalmente, el odio no lo descargamos contra las personas que nos lo generan, ya que tememos el castigo. ¿Si tuviéramos la seguridad de poder salirnos con la nuestra sin consecuencias obraríamos así? Probablemente no, por lo que a orden social se refiere, salimos ganando, pero individualmente tiene consecuencias, porque si ese odio se queda ahí y es recurrente (por tener que tratar a diario con la persona odiada o por tenerla de forma continua en mente) comienza afectarte pudiendo sufrir ansiedad, depresión, insomnio etc…

Ayuda en esto interpretar «afrentas» de una forma distinta, de forma más racional, tener una vida rica en actividades gratificantes, para interpretar esos hechos como menos importantes en comparación y controlar esos pensamientos inflamadores. Por nosotros mismos y por nuestra calidad de vida.

Psicox, tus psicólogos en Bilbao.

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