Un, dos, tres, duerme…

Un, dos, tres, duerme…

 

Estrés y sueño

Imagen del clásico ejecutivo durmiendo como un bebe.

La falta de sueño puede ser un problema en sí mismo o el resultado de otras alteraciones emocionales como la ansiedad, el estrés o la depresión (aunque esta, a veces, se relaciona más con la hipersomnia).
El insomnio se presenta de formas diferentes según el caso. Sucede (1) cuando la persona no puede dormir, (2) cuando tiene varios despertares a lo largo de la noche o (3) cuando, a pesar de coger sueño, el afectado se levanta cansado, sin haber tenido un sueño reparador. LAs nuevas tecnologías tampoco ayudan a veces(https://psicox.es/whatsapp-y-similares-aplicaciones-de-mensajes-nos-facilitan-la-vida-o-mas-bien-nos-crean-una-ansiedad-diaria/)
Por otro lado, es importante no creer que se padece insomnio cuando sufrimos alteraciones del sueño durante unos pocos días o, incluso, semanas. El insomnio se puede diagnosticar a partir del tercer mes de problemática (durmiendo mal, al menos, tres noches por semana).
El hecho de autoetiquetarse como insomne —cuando en realidad no lo es— puede llegar a ser contraproducente, porque funciona como “profecía autocumplidora”. Es decir, al creer que tenemos ese problema, aumentan las posibilidades de sufrirlo. Por eso, es importante no dejarse obsesionar por ideas catastrofistas.
El concepto higiene del sueño hace referencia al conjunto de hábitos y conductas que benefician al acto de dormir. No son recetas mágicas ni mucho menos, pero pueden resultar útiles. Sobre todo si se convierten en costumbre. Te dejamos a continuación algunas.
– Utiliza siempre el mismo ritual antes de ir a la cama.
– Nada de comidas copiosas antes de dormir. Ni tampoco alimentos excesivamente fríos o calientes.
– No hacer deporte justo antes de ir a la cama.
– Evitar la iluminación excesiva en los momentos previos al sueño, tanto en la propia habitación, como la producida al estar ante la pantalla del teléfono móvil o tablet.
– Evitar la siesta.
– Utilizar la cama solo para dormir, no es recomendable leer o ver la televisión desde allí.
– Cuando no se puede conseguir el sueño, es conveniente levantarse de la cama y realizar alguna actividad hasta que las ganas de dormir aparezcan.
– No regodearse en los pensamientos intrusos. Cuando estamos dando vueltas en la almohada sin poder conciliar el sueño, nos pueden atacar muchos pensamientos: mañana no voy a poder rendir en el trabajo, esto va a ser así siempre, por qué me pasa a mí esto. Etc. Dejarse embaucar por estas cogniciones es peligroso porque nos introduce en una espiral sin fin. Por eso hay que ser capaz de apartarlas (aunque sabemos que, en ocasiones, no es tan fácil).
Es posible que, al leer esto, pienses que todo lo descrito es simple sentido común. Pero no está de más plasmarlo en unas líneas de vez en cuando.

 

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