¡Cuidado con lo que piensas!

¡Cuidado con lo que piensas!

man-1483479_640

Bernard Shaw escribió en 1913 la obra Pigmalión, basada en un mito griego donde el amor de un escultor por la mujer que ha esculpido en piedra es tan fuerte que consigue darle vida. Shaw utiliza esta misma historia, pero cambia la metáfora: La vulgar florista Eliza Doolitle  acaba convertida en una elegante dama tras conocer al profesor de fonética Henry Higgins.

¿Qué tiene que ver esto con los temas que tratamos en este blog? ¡Muy sencillo! Los psicólogos han estudiado desde hace años el fenómeno llamado “Profecía autocumplidora” o “Efecto Pigmalión”.

Estos nombres tan pomposos hacen referencia a la influencia de las expectativas que los demás tienen sobre nosotros y cómo el simple hecho de que las tengan, aumenta la posibilidad de que lleguen a hacerse realidad.

En ocasiones, este “influjo” puede ser positivo, pero también negativo. Imagina, por ejemplo, un niño al que sus padres le están diciendo desde sus primeros años que va a ser un fracasado escolar. Es muy posible que ese niño acabe siendo un mal estudiante, pero no por falta de actitudes, sino porque desde el principio le han tratado como tal.

Si las expectativas que los demás tienen sobre nosotros pueden llegar a ser contraproducentes (no siempre, claro está), imagina la importancia de las expectativas que tenemos sobre nosotros mismos. Pueden llegar a hacernos sentir muy bien y ayudarnos a cumplir nuestras metas, pero también si son negativas— aumentarán las probabilidades de llegar a estados emocionales contraproducentes.

Pongamos un ejemplo rápido: la depresión. Es bastante habitual que una persona que pasa por un estado depresivo tienda a pensar que todo le va a salir mal. El simple hecho de tener esa expectativa hace que la probabilidad de que ocurra aumente. ¡Y esto no es magia! Piénsalo un momento. Si crees que nada de lo que hagas saldrá bien, perderás entusiasmo, lo harás desganado y te esforzarás lo mínimo… así empieza el terrible círculo vicioso.

Esto mismo ocurre con otros conflictos psicológicos como las fobias —imagina entrar en un ascensor pensando que vas a sufrir un ataque de ansiedad en cuanto cierren la puerta—, el estrés, los procesos de luto o, incluso, los problemas de pareja. ¿Qué ocurriría si cada vez que hablas con tu pareja piensas que vais a acabar discutiendo?

Así que es recomendable tener cuidado con lo que piensas.

 

Psicox, tus psicólogos en Bilbao.

 

¡Cuidado con lo que piensas!

Etiquetado en: