El misterio de las emociones, ¿sabrías poner nombre a lo que sientes? ¿pueden controlarse?

El misterio de las emociones, ¿sabrías poner nombre a lo que sientes? ¿pueden controlarse?

EmocionesProvienen de la parte más primitiva de nuestro cerebro y determinan de alguna manera la calidad de nuestra existencia. Se dan en todas las relaciones que nos importan: en el trabajo, con nuestros amigos, con los miembros de nuestra  familia y en nuestras relaciones más íntimas. Pueden salvarnos la vida en un momento dado, pero también hacernos mucho daño. Pueden llevarnos a actuar correctamente, pero también conducirnos a situaciones no deseables. Las emociones nos suceden, no las escogemos. Van y vienen, no estamos continuamente paralizados por la emoción.

Cada emoción posee señales únicas. Las más identificables se dan en la cara y en la voz. La cara puede adoptar más de diez mil expresiones. El psicólogo Paul Ekman viajó a Papua Nueva Guinea y comprobó cómo una tribu que a efectos prácticos se hallaba en la Edad de Piedra, manifestaba facialmente emociones como el asco, el miedo o la ira exactamente de la misma forma que nosotros.

Por lo tanto, concluyó que las expresiones faciales de las emociones son universales. Según Ekman, organizamos nuestra vida para maximizar la experiencia de las emociones positivas y minimizar la experiencia de las negativas. Aunque tal y como destaca una película recomendable como «Del revés«(http://www.imdb.com/title/tt2096673/?ref_=nv_sr_1), una emoción en teoría «negativa» como puede ser la tristeza puede tener una función crucial en nuestro equilibrio psicológico.

La tristeza es una emoción que puede durar mucho más que las demás, por lo que puede llevar a períodos de depresión o de caídas en el estado de ánimo si está fuera de control.

El aprendizaje condicionado de una emoción como el miedo es especialmente resistente, puede que imborrable. Eso tiene un lado bueno y otro malo: por una parte, a nuestro cerebro le resulta muy útil conservar recuerdos de los estímulos y situaciones que en el pasado se vieron asociados al peligro (serpientes, alturas…). Lo malo es que esos recuerdos tan potentes pueden «infiltrarse» en situaciones donde no resultan especialmente útiles, haciéndonos ver como peligrosas situaciones que en realidad no lo son. Ahí es cuando pueden surgir miedos irracionales (también conocidos popularmente como fobias) o problemas de ansiedad.

La ira es la emoción más peligrosa para los demás, dado su potencial de violencia (verbal o física).Uno de sus características más peligrosas es que la ira provoca más ira, con lo que el ciclo puede entrar en una rápida escalada. Puede incluso brotar cuando la provocación a ojos de terceras personas es leve. Cuando estamos irritables, lo que solo nos habría fastidiado un poco en situaciones normales, nos pone furiosos.

El sistema de señales emocionales está siempre encedido y listo para propagar instantáneamente cualquier emoción que sintamos. Dos emociones pueden darse en rápida sucesión, una y otra vez (tristeza y alegría, sorpresa y miedo…). También pueden fundirse en una mezcla, pero es más frecuente lo primero.

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