Problemas de pareja: las discusiones ¿Es problemático que discutamos mucho?

Problemas de pareja: las discusiones ¿Es problemático que discutamos mucho?

 

Psicólogos y terapias de pareja

Psicólogos, terapias de pareja y otras hierbas.

Las personas somos seres sociales, nos guste o no. Esto significa que tenemos que convivir con otra gente a diario, y esa convivencia no es sencilla en ocasiones. En una relación de apreja pasa lo mismo. Para establecer normas de convivencia, objetivos etc…hace falta que la comunicación entre la pareja sea fluída. Solamente así podemos explicarle a la otra persona lo que nos molesta, cómo nos sentimos, hacerle ver nuestro punto de vista y entender el suyo, transmitir y recibir del otro preocupaciones, miedos o deseos.

Digámoslo ya: los desacuerdos en todo grupo humano son inevitables y la pareja es un grupo humano reducido. O no tanto, porque incluye no solo al cónyuge, sino a su familia política, amigos, hijos de relaciones anteriores etc… lo cual puede aumentar el número de situaciones en los que puede producirse un desencuentro (ej. «No me gusta esa gente con la que andas», «¿Por qué tiene que estar tu madre todo el día  metida en nuestra casa?»…) Todo esto puede crear fricciones y llega el momento en el que hay que hablarlo, llegando a la temida discusión. La discusión en sí no es algo malo, pero si no se respetan ciertas normas de comunicación aparecen problemas. Por ejemplo, si no se sabe escuchar lo que el otro nos dice, si nos adelantamos a lo que va a decir («Para qué te voy a pedir ir al cine si vas a decirme que no»), si caemos en etiquetas («Eres un desastre.») o generalizaciones excesivas («Nunca me escuchas»). Tampoco los reproches o exigencias continuas ayudan, así como el sarcasmo suele resultar dañino («¡Habló su eminencia!»). Otros elementos «ruidosos» para la buena comunicación: quejas continuas, interrumpir al otro cuando habla, consejos no pedidos (que pueden interpretarse como condescendencia)…

Para discutir acerca de ciertos temas con peso emocional es necesario también elegir el momento adecuado para ello. A veces tendemos a hacerlo al final del día, cuando más cansados e irascibles podemos estar. Otras veces puede faltar intimidad para ello (familia o niños cerca) o estamos cada uno con su teléfono móvil, con el efecto de aislamiento que crean aunque estamos bajo el mismo techo y a unos pocos centímetros de distancia el uno del otro.

La discusión, por tanto, no es algo nocivo en una pareja.Es más, es necesaria. Sin embargo, tiene que darse bajo ciertas condiciones para que llegue a buen puerto. Es decir, a aquella solución que satisfaga más o menos a ambas partes.

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